viernes, 20 de mayo de 2011

REFLEXIONES por Karina Mariposa Roldán



¿En dónde se sitúa el alma cuando dejamos el cuerpo físico?
Interrogante que nos acompaña desde que la conciencia se aclara en los inicios de nuestra vida y una sociedad que estéticamente se empeña en no querer envejecer, mucho menos expirar.
Aquel espacio infinito del Universo contiene en sus entrañas los restos etéreos de cada uno de los seres que nos precedieron. Siglos de preexistencia. Si una parcela de tierra absorbe el polvo de la materia humana, el físico se desintegra consumando la belleza de los gestos vívidos y los nutrientes dejan ya de asimilarse en una anatomía en particular, entonces ¿hacia dónde se dirige aquello que somos en esencia?
Durante nuestra estadía transitoria es nuestro espíritu quien nos lleva a cumplir etapas, sueños, años de vida; manteniendo la corporalidad hasta que la fecha de partida se dictamina. Misterio incognoscible que ninguna religión ha podido desentrañar, responder y tampoco evidenciar. El tiempo de cada uno está escrito en un almanaque invisible, decretado por una entidad que nos devuelve al útero de la gran Diosa, Madre Naturaleza. Oscuridad primigenia. Nada hay allí, todo vendrá después o quizás ¿todo está allí y nada sucede luego? Ovulo, feto, ser vivo, bebé, niño, adolescente, joven, maduro, anciano y otra vuelta en el ciclo interminable donde nos entrelazamos unos con otros. Precioso instante de vida que persiste en la aurora del presente y no cruza los confines del pasado ni del mañana. Dejar huella, ser anónimos, andar caminos, AMAR con los huesos y entregarnos resueltos. Atreverse a morir despiertos y lúcidos a la vida anterior que llevábamos permitiendo que nos arrase el fuego del amor. Si de una muerte provengo y hacia otra muerte en soledad he de ir, entonces en el medio construiré puentes de AMOR, brindándome entera sin guardar nada, de modo tal que los extremos de ese puente coincidan con la cuerda umbilical que me une al cosmos y así yo sea transformada. Alquimia del sentimiento que destierra la avaricia cediendo la apertura del corazón.
En una sola vida podemos vivir miles de vidas, mutar, romper esquemas y estructuras que portamos con arraigo desde que nos educaron en una familia, bajo un contexto específico, sociedad, escuela, dogmas, ideologías. Resquebrajar toda esa carga mental estéril implica EVOLUCIONAR, ir hacia mejores rumbos que nuestro centro solar alberga para ser individuos y no involucrarnos en el colectivo que rejunta identidades haciéndolas masa. Echar todo lo viejo. Eso ya fue experimentado y nos dio las pautas para crecer de una manera ajena a nuestra manera real. Son experiencias que no existen más que para nosotros, los involucrados memoriosos. El presente es AHORA. Cada uno sabe subrepticiamente lo que se ha negado a sí mismo, aquello que quedó en el camino, lo no reconocido. El lenguaje del cuerpo es notorio e incuestionable, habla, demuestra y se lee, exhibe, va renaciendo al tiempo que empuja a tantos entes que ya no quieren SER. Adentrarnos en nosotros horadando canales ignorados. La garganta del alma sabe lo que quiere en la genuina pureza de una voz enmudecida que proclama su Verdad.
Entre el cielo y la tierra, MI CUERPO. Alas expandidas que ascienden y trepan. Alas en el tiempo memorable del HOY. Alma que no deja de trascender y los intentos cotidianos de subirme al medio de transporte cuyas paradas imaginarias y a veces reales traen sucesos inesperados, nuevas historias que viviré. Tal vez seamos mariposas en diferentes períodos y realidades. Ellas viven un día, pocas horas, plenas de colorido en un vuelo infinito y mueren en tierras extrañas. Así podemos permanecer lo que duren las hojas de nuestro calendario, surcando mundos impensados, felices de existir como mariposas en el tiempo.

© 2010 Karina Mariposa Roldán ©