jueves, 2 de diciembre de 2010

CUANDO NOS LLEGA LA MUERTE por Juan Pomponio








Hecho inevitable en esta vida, no sabemos hacia dónde vamos. Hay quienes dicen que cuando morimos se acaba todo lo conocido, que no existe nada más allá de este plano real, tangible. Y uno se pregunta ¿esto se puede afirmar con total seguridad? ¿Cómo saben sobre el día después? ¿Acaso hay un tiempo lineal y se cuentan las horas, minutos, segundos?
Cada una de las tantas religiones vocifera SU verdad como propia para dilucidar el TEMOR que nos ocasiona pensar en la muerte. Refieren las Sagradas Escrituras que cuando partimos del barrio nos vamos al cielo -si es que hicimos buenas acciones en la tierra- o nos tocará el infierno si hemos sido “pecadores”. Otros dogmatizan que al morir reencarnamos en una nueva vida, con otro cuerpo, nuevas familias, amigos, profesiones. Estamos rodeados de invenciones que brotan del pensamiento humano para sostener una creencia y suspirar por algo que sirva de consuelo momentáneo. Y ese MIEDO ancestral es la base de todas nuestras angustias padecidas en vida. La muerte es una fiel compañera que nos sigue a todas partes, rozándonos el hombro con un susurro casi inaudible pero que nos recuerda el inmenso valor de la vida, para que no olvidemos ni por un instante vivirla intensamente. La muerte nos enseña a sentirnos VIVOS.
Podría repetir hasta el cansancio las mismas consignas argumentadas por las múltiples religiones y toda repetición se torna robótica. Una mente carente de plasticidad para poder esclarecer sólo repite lo que otros ya han dicho y transcripto alguna vez como verdadero. Cuando quiero saber sobre la Verdad no recurro a mi pensamiento, pruebo. Quedándome en silencio comienzo a descartar todo lo archivado en las curvas de mi memoria y me hago la pregunta esencial que el ser humano se viene haciendo a través de los siglos. La respondo desde mi corazón, entonces ahí surge la Verdad. Su morada existe en ese punto clave del hombre. Y si comenzara a hablar y escribir todo lo que he descubierto entre tantos silencios no haría más que incitar a otros para que crean en mí y luego repitan. Nadie tendría que creer en todo lo que uno diga, porque eso que yo he visto no puede ser expresado con palabras; explicar lo que no tiene explicación es un desgaste total de energías. Mucho más querer imponerlo por la fuerza, como han hecho ciertas religiones, matando y quemando a los que pensaban distinto. Cuando alguien cree en otra persona, pierde autenticidad y no tendrá la ocasión de descubrir por sí sólo. La respuesta de la muerte existe en nuestros corazones. Una persona que halla su Verdad deja de tener miedo porque sabe que no pasa nada, todo está situado en el punto y tiempo que tiene que estar. La comprensión de la vida trae aparejada la comprensión de la muerte. Entonces se termina la congoja.

El día que el hombre despierte del sueño colectivo las casas de Dios serán de todos, no habrá diferencia entre una mezquita, un templo budista, una iglesia católica, evangélica o lo que fuere. La sabiduría estará al alcance de todos aquellos que busquen más allá de lo impuesto por centurias de adoctrinamiento mental. La gente será libre. Cada uno será su propia religión, no habrá seguidores, se terminará el poder opresivo, no habrá símbolos religiosos, y los templos serán de NADIE. Mujeres y Hombres podrán acercarse a donde quieran rezar, orar, meditar, entrar en reflexión con el TODO. ¿Acaso será el fin de las disputas, de las guerras sangrientas por querer defender a sus dioses imponiendo la verdad que cada uno dice y cree tener?

La verdadera revolución será la de la CONCIENCIA, actuando con SABIDURIA y en estado de profundo AMOR.


Juan Pomponio ©

miércoles, 13 de octubre de 2010

LA RISA DE LA HIERBA © por Karina Mariposa Roldán

Lunes 11 de Octubre, feriado nacional en Argentina y Berazategui, capital nacional del vidrio, celebra la gala clausura de su 5ª Feria del Libro y Artes “Librarte 2010”. En el interior de la Sala I situada en el Centro de Actividades Roberto De Vicenzo, un libro de poesía sale a la luz de la mano y boca de su autor.




Una multitud se reunió para recibir el nuevo poemario del escritor y poeta Juan Pomponio Castiglione, editado por la Secretaría de Cultura de Berazategui, a través de Ediber. Las cálidas palabras de bienvenida del Secretario de Cultura y Educación, Ariel López, junto al Intendente Municipal Dr. Juan José Mussi fueron el marco para que los presentes escucharan atentos el recitado en vivo de Juan Pomponio, quien emocionado hizo un breve pasaje recordatorio de su innumerable trabajo en las letras; además mencionó el prolongado viaje en bus por Sudamérica que lo llevó a rodar y vivir en varios países durante dos años, trasladando sus metáforas cargadas de luz y amor universal en el morral de ensueños.


“La risa de la hierba” luce el diseño y arte de tapa creado por Julián Chappa y en su interior se aprecian las ilustraciones pertenecientes al dibujante Raúl Echeveste. En la contratapa, el comentario de la escritora ecuatoriana Ana C. Blum, nos arrima sensiblemente al contexto donde vibran las cuerdas del Poeta. Y el prólogo, de mi autoría, me permite llevarlos a la orilla de un hombre que no tiene herencias ni semejanzas en su sangre literaria. El exquisito poemario inventa y sugiere, de principio a fin, un recorrido con los sentidos dispuestos a embeberse de sus fragancias milenarias. Una poesía indisoluble e incomparable. Al dar vuelta cada una de las hojas del libro, la senda trazada por la pluma de Juan Pomponio, sirve de puente para que el hecho místico suceda y nuestro corazón cautivo atesore aquellas palabras como un bálsamo, para no perder el rumbo dictado por la sabia voz de un alma que sostiene el ritmo sincrónico de nuestra naturaleza enlazada con el Universo.



Karina Mariposa Roldán ©
Octubre 2010

viernes, 3 de septiembre de 2010

MIRANDO LA DISTANCIA por Karina Mariposa Roldán








Al caer la tarde una mujer recorre el sendero bajo la frecuente soledad de antaño, guiada por sus vientos escuchando los sonidos permanentes de tanto silencio.
Llueve en su corazón derretido la tibia cortina de imágenes lejanas, el recuerdo de aquel viajero sin tiempo que estacionó su dolorido cuerpo abrazando el aislado cuello durante años ausente de besos.

Perfume de hombre
Fragancia de ensueños
Aroma indeleble
Bálsamo tardío

La mirada perdida encuadra las nubes trayendo de regreso horas y minutos. Ella evoca solamente y de memoria las veces que el amor rodaba por la orilla de sus cabellos negros, empapando de nostalgia una tierra sin dueño; cuando la espalda sedienta cobijaba lunares relucientes, estrellas desprendidas del techo que posaron la fugacidad de una caricia en los omóplatos distendidos; curva de cintura subrayada por unos dedos erizando la cumbre de sus senos valientes; el declive donde todavía no produce simientes y la piel sedosa acunando la huella milenaria del viajero sin tiempo. Tal vez su paso haya sido un cuento, una dulce historia narrada por el rumor de la brisa, el prólogo de un libro que jamás se editó.


Al caer la tarde, en su frecuente soledad de antaño, una mujer recorre el sendero guiada por sus vientos, escucha los sonidos dejados por tantos silencios. Mueren los hijos que no tuvo, se extinguen deseos y movimientos. Renace infinita, amante y libre encendida por las aguas cristalinas de su esencia.
Mujer Sola
Frente a la cautivante y única compañía del mar sin fronteras.

Karina Mariposa Roldán © 2010

UN PENSAMIENTO DE MADRUGADA por Juan Pomponio




La ENVIDIA es un veneno letal que corroe la sangre, quema las arterias y pudre el alma.

Esta lamentación surge de una reacción simple y primitiva de la mente: la COMPARACIÓN: "Él escribe mejor que yo", "Ella tiene una mejor casa", "Su mujer es más hermosa", "Mi hermano tiene más dinero", y miles de confrontaciones. Algunos pretenden taparla o justificarla agregando un toque de moralidad a sus dichos: "Como envidio tu auto… pero sanamente". Es lo más normal y se oye todos los días en la calle, entre familiares, a través de la televisión, por la radio, es algo cotidiano que transcurre con la misma vida.
La ENVIDIA es una enfermedad lacerante. Nunca puede ser sana. Uno podría llegar a creer que sí lo es, pero se confunde. ¡Siempre será envidia aunque quieran disfrazarla! Quienes la padecen, sufren, son infelices, están afectados y descentrados, mirando hacia afuera de su naturaleza. Les duele tanto que no pueden soportar el éxito de los demás. La sociedad se olvida de una regla dorada: EL OTRO SOY YO. Todos somos UNO. No estamos separados. Entonces en lugar de ADMIRAR a los demás, comenzamos a envidiar y de allí surgen toda clase de angustias espirituales que luego pueden trasladarse al plano físico y enfermar a la persona, por ejemplo la conocida “mala sangre”. Está comprobado el daño que provocan las emociones negativas y oscuras en nuestro organismo. A la inmensa mayoría les encanta ser "envidiados", eso les da poder y hace que se sienten personas importantes. Muchos ostentan con el propósito de hacer sufrir a los demás. Ambas personalidades padecen de otra enfermedad compuesta por tres letras llamada: Ego. Aquí surge el principal inconveniente en nuestra sociedad que está dirigida por una Egocracia.
Cuando comprendamos la falsedad de todas las ilusiones impuestas por la dictadura del ego, caerán todas las máscaras sociales y el mundo del ser humano comenzará a transitar por un camino de sabiduría hacia una realidad de mayor crecimiento interior como seres sociales. Podremos comprender la inutilidad de mantener la rigidez de posturas ajenas a nosotros mismos.

Admiremos al prójimo. Admiremos al que pinta, admiremos a otros poetas, otros artistas, al vecino, al amigo, A D M I R E M O S y dejemos de COMPARARNOS comprendiendo que cada ser es único en el Universo de la creación. Nadie es inferior, nadie es superior. Sólo sucede si caemos en la COMPARACIÓN. La felicidad no se pasea en un Rolls Royce, ni teniendo una mansión repleta de lingotes de oro. La felicidad radica en el simple acto de llenarnos de gozo por sentirnos vivos y poder disfrutar de la vida a cada instante, sea cual sea nuestra condición.


Sigamos nuestros propios caminos sin tiempos ni estructuras, sólo como verdaderos guerreros y guerreras de una existencia individual.


JUAN POMPONIO © 2010

martes, 27 de julio de 2010

UN BREVE ENSAYO SOBRE LA SOLEDAD por Juan Pomponio




Si en este preciso momento se borrasen todas las escrituras de la faz de la tierra, incluso estas palabras que escribo, ¿hacia dónde encaminaríamos nuestros pasos? ¿Cómo veríamos la realidad? ¿Quién tiene la verdad? Si no existiese un solo guía espiritual, ni salvadores religiosos, psicólogos, psiquiatras y demás especialistas abocados a sanar los artificios de la mente ¿qué haríamos? Inexistencia. No recurro a nadie para escribir, busco las formas desde un cerebro vacío que no contenga absolutamente nada, ni un solo resquicio, fragmentos de otras mentes que puedan influenciar sobre la pregunta esencial de los tiempos. Me encuentro SOLO. Y desde esa profunda soledad emanan pensamientos, vibraciones racionales convertidas en letras que se unen para armar palabras y luego juegos de frases que se trasformarán en un mensaje que llegará a tantos cerebros que a su vez englobarán y pondrán en funcionamiento los códigos necesarios para descifrar dichos símbolos.
Gran parte de la humanidad está incapacitada para vivir en soledad, muchos dependen de otros porque resulta más fácil repetir viejos vocablos y aferrarse. Cuesta indagar por uno mismo, no queremos trabajar interiormente. La soledad abruma, aplasta y no sabemos cómo hacer para vivir.
Pero ¿qué es la soledad? La respuesta está en cada uno de ustedes. ¿Por qué no pueden permanecer solos? Hombres y mujeres huyen de la temible soledad. Ese miedo que provoca pronunciarla nos lleva a la desesperación y es en ese instante cuando tendríamos que aprender a mantener una verdadera amistad con la soledad, relacionarnos con ella. Hay una carencia espiritual muy grande en nuestro centro, poblado de añoranzas, instalado en el ayer. Nunca nos sentiremos abandonados si en nosotros existe lo otro, aquello que nos brinda el bienestar del alma.
Los bienes materiales no sirven más que para acumularlos y jamás podrán llenar el enorme vacío incubado por carencias. La sociedad entera se encuentra inmersa en un frenesí alocado de satisfacciones personales, donde prima el consumismo atroz y desmedido que nos lleva a la depredación. El hombre es un ser auto-depredador. La soledad asusta, es un fantasma vivo reflejado en el espejo cotidiano y por eso deseamos negar la imagen que nos devuelve en compañía de otros, andar como si fuésemos manadas, todos enfilados hacia un mismo lugar. Millones y millones de personas creen estar acompañadas aún cuando recorren los grandes centros comerciales. Nos vamos de vacaciones a idénticos lugares, apiñados, por no querer estar solos. En el fondo sentimos miedo.

Cuando comprendamos el verdadero valor de vernos a nosotros mismos tal cual somos, sin ataduras mentales, tampoco espirituales, allí se revelará la cuestión central de todo nuestro dolor. Al no contemplar la realidad de lo que nos afecta siempre estamos escapando de lo que nos pasa. Huir es más fácil a tener que enfrentarnos ante un hecho concreto. Muere un ser querido y no estamos preparados para convivir con su ausencia. La sociedad no nos enseña a desprendernos, nos educan para ser prácticos, eficaces y generar ganancias materiales. Por eso reina tanta tristeza a nuestro alrededor, no sabemos cómo vivir ni de qué manera afrontar la propia soledad. Escapamos constantemente, nos evadimos en distracciones por no querer estar solos, reconociendo las voces que albergan nuestra esencia.
Para la sociedad occidental la muerte es un espanto, sin embargo es una forma de aprendizaje reveladora que nos hace disfrutar al máximo de la vida. La persona que queda comienza a sufrir intensamente el martirio de su soledad, el dolor ocasionado por la pérdida destroza su capacidad de discernir, no puede asimilar, no entiende el desapego. En realidad no podemos estar apegados a nada ni a nadie, incluso yo mismo puedo dejar de escribir y morir ahora. Por eso no tendría que ser una sorpresa la muerte de nadie, nos sorprendemos porque no nos han preparado y la mayor soledad es la de quien se queda solo.
La soledad destruye o fortalece, es uno quien decide el camino a seguir. Yo elijo ahondar, fortalecerme y aprender a quedarme junto a ella, introducirme en su maravillosa experiencia y poder descubrir estas palabras que dejo aquí.

Juan Pomponio ©2010

B l u e s in t h e n i g h t - por Karina Mariposa Roldán



¿Y si la nada me hundiese con ella?

Los pasos sincopados del blues abrazan mi destino y la nostalgia. Camino lentamente hacia la decisión final y en la pequeña valija de mano guardo recuerdos contenidos, falsos olvidos, facetas de un mundo verdadero que jamás di a conocer. Allí, entre la escasa ropa habita el poderoso miedo a perderte y la realidad que rebasa expectativas. Miro para atrás, se esfuma el pasado que despido y mis ojos retratan estampas en sepia para depositar el rostro de la incredulidad en el suelo donde voy a desplomarme, no sin antes evocar la que fui, tu pasaje por mi cuerpo y las voces que tapé.
Por el aire viciado vuela el impermeable gris que destapa la cruel apariencia de mis caderas abandonadas, la carne consumida y los huesos en relieve. Retrocedo un instante para evocar y muevo sutilmente las piernas en un suave vaivén que adormece los muslos. Al transitar los pasillos laterales de mi subconsciente descubro muchos adioses que siempre dijiste en tono amenazante pero a la luz yo los negaba. Resultaba más fácil girar, dar vueltas sobre mí misma y modificar la dialéctica acorde las vivencias.
Di patadas en vano, se agitaron las cuerdas silentes de un plexo que luchaba por imponer sus creencias. Recostada sobre mi hombro lloré lejanías aún sin vivirlas, sabiendo que si me arrastraba un poco más entre mi propia humillación obtendría recompensas a futuro. Pero nada sirvió. Ni mis lamentos golpeando contra el muro ni el alejamiento obligado. Sola y de pie, hundida y resquebrajada veo por medio del pensamiento alusivo las imágenes de aquella noche triste cuando pasean desoladas y yo me empecino rechazándolas. Caigo y me levanto reiteradamente, ¿es que no he aprendido todavía? Deberé voltear hacia otra diagonal para enfrentarme al espejo de lo que ahora soy, mientras las preguntas huelen rancio pues ya mi madre expresaba sus certezas enfrentándome y no quise escucharla. Prefería ahogar mi cabeza en el agua del descuido a tener que darle la razón. Nada me frenaba. Podía saltar de un lado a otro sin control, tropezar con desconocidos, huir desesperada hasta enloquecer por una noche de amor desaforado y una madrugada aborreciendo la necesidad de cubrir mi soledad. Abrir mis secretos femeninos no significaba develar el misterio yaciente en mi alma atrapada. Nadie tenía acceso directo al reflujo interno de un dolor caduco.
En el neceser tirado en este piso sin fronteras no hay más que huellas estampadas entre los pocos objetos que allí dentro metí. ¡Cuanto absurdo me rodea!…Cuán absurda me siento pataleando como niña ante la puerta de la habitación de mamá y ella sin abrir. No me escucha. No me siente necesitada. No me ciñe a su cintura.


Un vals suena de pronto y los ecos del blues descienden al cadalso. Con mi espalda alzada se empina un tridente sobrepasando la altura de mis brazos elevados hacia el cielo. Camino sinuosa, reptando mientras mi pelvis se retuerce en añoranzas y mi sombra acompaña el regusto de tus manos empotradas en ellas. El deseo mezcla los pensamientos. Del tormento ascienden las trompetas que destrozan la materia en mil cristales desprovistos de átomos y arrasan con mis defensas. Viento y metal. Una campana ilusoria vibra en la diagonal e intenta renacerme, sin embargo busco la vía de escape más próxima. No hay iglesias ni campanarios ni refugio bendito para mi hostilidad. Por un lado o por otro quiero huir, desvanecerme, tal vez emigrar en lugar de morir. La idiotez del amor me abunda. ¡Qué tonta he sido para amar! ¿Es que acaso existe una inteligencia para hacerlo? Confieso no haberla utilizado.
Desde las raíces de mis pies trepa una pasionaria con hojas partidas y frutos resecos. Le nacen espinas de ortiga clavándose en un duro escalamiento. Mi corazón se acelera y entre suspiros arrepentidos de nuevo encuentro el rostro fatigado de mi madre suplicándome coherencia, dignidad, amor propio. Procuro retroceder para entender el susurro, tímida e indefensa igual que lo fui en mi niñez. La voz se aquieta, también el silencio me abandona. Tomo aire y retrocedo una vez más con furia y remordimiento: -¡perdón mamá!- Grito ahogada con mis sienes carbonizadas y la frente volcándose hacia atrás. En el fondo de aquel abismo brota la respuesta de un más allá, entre la bruma de la vida y el poderoso fragor de mi muerte.

Una valija yace vacía junto al impermeable gris. Mi cuerpo nada entre las aguas uterinas que enroscan de nuevo la ausencia que yo dejo y la juventud donde entrego mi desolación jamás comprendida.

Karina Mariposa Roldán ©


Escrito para mi coreografía BLUES IN THE NIGHT. Interpretada por Camila Pérez
Espectáculo LLUVIAS TORRENCIALES Copyright © 2010
En la foto: Camila Pérez




jueves, 1 de julio de 2010

DANZA Y VIDA por Karina Mariposa Roldán









La pasión por nuestro arte cotidiano comienza desde que bajamos los pies de la cama y vamos en busca de la vida y ella viene por nosotros. Amanecemos cada día haciendo una recorrida de movimientos y actos simples durante horas, de idas y vueltas geométricas cuyo final se determina frente al reposo, cuando la noche abraza nuestro cuerpo en el ocaso de sueños infinitos. De pronto, transitamos diagonales que se cruzan y elegimos caminos, vamos girando en un círculo que se acomoda con la naturaleza en una perfecta coreografía orquestada por el universo y este gran escenario del planeta donde todos somos partícipes tiene millones de protagonistas, impulsados por diferentes motores, que ejercen sus roles y profesiones, trabajando incansables sus proezas cotidianas, utilizando cuerpo, mente, espíritu y alma. Una madre sostiene a su niño meciéndolo con suaves arrullos y en el vaivén complaciente lo adormece. Un aborigen retiembla sobre la tierra cercándola con su cuerpo trémulo mientras invoca a los dioses de la lluvia. Todo es movimiento, acción y reacción y todos formamos parte de una danza cíclica y voluble, inigualable desplazamiento humano que vibra con acordes personales acompañados por músicas constantes y por el silencio que bordea la soledad.


Nuestro cuerpo entraña un arte diario de consagración, conectado con los meridianos que atraviesan la circulación sanguínea de la cabeza a las extremidades inferiores y en el reflujo de cada marea lunar nos unimos a nuestra esencia. Somos seres únicos, misioneros en la Tierra y no debemos permitir que nos anulen el pensamiento ni las capacidades de obrar e inventiva.


Cuando los alumnos ingresan al salón de clases, templo sagrado que abraza la generalidad del cuerpo, aprenden que allí no solo esculpirán la escuela académica del ballet sino que entibiarán el espíritu y canalizarán dolores para tolerar la renovación de sus propias estaciones. El colosal abanico del sujeto cobra formas diversas mutando lo antiguo del organismo para explorar la novedad. Enseñarles la fugacidad de la danza implica conducirlos por aquellas rutas donde zigzaguean los sentidos, abordando la intimidad de sus lados femeninos y masculinos en pleno desarrollo, encausarlos para reconciliarse con la pujanza de la aurora y acondicionarlos para la conquista de un eje sostenido que separa el núcleo al tiempo que fusiona la correcta simetría humana. Es primordial encarar la envoltura sensorial y perceptiva desde todos los flancos posibles para que el foco de atención profundice su mirada en las áreas tangibles, emotivas y anímicas donde sucederá la entrega y el abandono de lo conocido. De una clase de danza nunca se sale del mismo modo que se ingresó. La danza es Yoga, meditación, una religión física y del alma. Es Uno y su Dios. Uno con Uno mismo entrando al éxtasis, viviendo la pasión que arde en el vientre, posicionando los músculos tensos, armonizando las dulces caricias que perforan los oídos gracias a la música que se adentra poderosa en las carnaduras y retuerce la realidad. Los pies son una lengua que aprisiona el tapete negro igual que una boca succionando el fervor del encuentro amoroso. Acordes y cimbronazos, versatilidad y emoción. Medicina para cualquier pena del alma que se corporiza de inmediato.

La danza es la belleza de la poesía escrita con el cuerpo. Personifica el arrebato de una pasión, la loca bohemia de tantos poetas viajando por el tiempo, puntualiza sentimientos y emociones cuya visualización transcurre gracias a la anatomía encaminándose por el espacio, saltando en rimas constantes, rodando por el suelo los versos en acción. Un solo paso puede significar una sola palabra. Como coreógrafa me siento una alquimista del movimiento narrativo y a la hora de montar una obra utilizo el abecedario completo reuniendo el idioma del mundo en una sola lengua. Mis metales combinan a la vieja usanza y penetro en los desplazamientos junto a la música cuando ella arrasa mis oídos encendiendo candelas, acentuando sentimientos sin expresiones verbales, tan sólo la eufonía del cuerpo escribiendo con tinta indeleble. El entorno donde se descubre la danza franquea la sinceridad anatómica, habilita las fronteras empotradas por el Hombre y el lenguaje real cobra nuevas dimensiones. Un bailarín, en la interioridad de la escena, deviene traductor de historias relatadas en imágenes físicas que lo llevarán a unir vías espirituales entre el público y él mismo. Somos cuentistas sin vocablos, escritores de la corporalidad. La poesía del movimiento sucede virtuosa y descifrable, los brazos se sacuden en un aire de pureza para abarcar la ilustración del amor, desperdigando un bosquejo etéreo de su gala en el público expectante. La poesía es danza llevada a cabo por la conjunción existente entre las bellas palabras. Ambas –poesía y danza- comunican al mundo, conmueven, acercan, construyen y liberan el aliento de la Creación.


Vivamos cada día y disfrutémoslo como si fuese el instante final, un arte incomparable, la cumbre escénica, el telón que pronto desciende, los brillos que se consumen, el arrebato de nuestra sangre, el esplendor de un sol individual que se oculta a la hora precisa en que la luna asoma su luminosidad y las emociones nocturnas endulzan el día que concluye, descansan las fuerzas que se adormecen para recomenzar el ciclo y conducirnos nuevamente hacia el sendero del Amor.

-¿Qué separa la vida de la muerte?
-Tan solo un instante…-



KARINA MARIPOSA ROLDAN ©

SOBRE EL ESCRITORIO por Juan Pomponio









Escribo desde la ignorancia total. No se absolutamente nada, solo conozco el significado de las letras para poder armar las palabras que redactaré. La noche se encuentra cargada de lluvia, en el aire puede percibirse la densa humedad. Mis sentidos se agudizan. El gallo del vecino siempre canta cuando quiere. El motor de la heladera se ha puesto en marcha y ronronea como un gato blanco de ojos azules. Una palabra viene en la quietud, es la belleza de la Realidad. Silencio. Los pulmones respiran apasionados y escribo suspendido como en un hueco del tiempo. Mis brazos se mueven junto con mis dedos que danzan airados sobre el teclado. Alguien está leyendo ésta historia desde algún lugar del mundo. ¡Magia! Las letras fluyen recibiendo órdenes del cerebro para ser agrupadas en formato de mensaje, así mi mente se expresa hablando por intermedio de las palabras para que puedan ser asimiladas y comprendidas por otra mente, en este caso la suya. Todo es un misterio y todo es mental porque nuestras funciones brotan desde el cerebro. Ahora me pregunto: ¿El cerebro es un instrumento de la mente? ¿Quién es el que da la orden para que mis manos se muevan de determinada manera? ¿De dónde viene esa voz que me indica todo lo que tengo que hacer? ¿La orden proviene desde adentro del cerebro? ¿La mente existe desde afuera?



Esa realidad es tan poderosa que cada uno tiene que descubrirla, explorar por su cuenta, si dijera lo que pienso al respecto estaría influyéndoles, quitando la oportunidad de llegar a vuestra propia revelación. Tal vez pueda compartir lo que me sucede pero intentar explicar mis experiencias es un acto muy complejo, difícil de traducir por intermedio de los vocablos. Todo lo que Yo pueda decir no significa que se trate de LA VERDAD. En todo caso sería lo que yo creo, no quiero inculcar nada a nadie, ya demasiados seguidores tiene el mundo. Y después de todo ¿qué es LA VERDAD? Lamentablemente la inmensa mayoría no detiene el caminar para averiguar acerca de las cuestiones profundas de la vida, es mucho más fácil retener y atesorar creencias, ideologías y dogmas adquiridos inconscientemente dentro del CAOS que llamamos sociedad. Para todas aquellas personas que tienen SED y se dieron cuenta del profundo sueño hipnótico al que fueron sometidas, que necesitan buscar y no se conforman con el condicionamiento social, cultural, religioso, puedo decirles que es muy posible iniciar una verdadera comunicación real y de crecimiento. Pero, para todas las mentes que todavía permanecen cerradas, programadas con discursos impuestos por políticos y religiosos, es imposible entablar un diálogo abierto pues siempre lo harán por intermedio de un filtro que actúa como un tamiz cultural. La humanidad vive totalmente fragmentada.



Ante mis reflexiones y desde un estado de NO saber digo que Yo doy la orden al cerebro para que él actúe en consecuencia. Y ese Yo que me habla ¿Quién es? Respondo: Juan Pomponio, mi nombre. Al nacer no traía un certificado con el nombre y apellido, ni siquiera sabía de dónde venía. Juan Pomponio es el nombre elegido por mis padres. Solo se que SOY y tengo vida. Soy un ser con capacidad para pensar, hablar y vincularme con ustedes por medio de la mente. Y ella me dice que integro una raza llamada HUMANA y existo dentro de este cuerpo que me ha sido dado. Si ese Yo es el que le entrega las ordenes al cerebro significa que no pertenece a ese cerebro, que la mente actúa desde otro lugar tratándose de un instrumento que es utilizado por el cerebro. Cuando llega la muerte física de la persona quiere decir que muere la totalidad del cuerpo incluido el órgano cerebral, pero el YO que impartía la orden, si supuestamente estaba fuera del cerebro, ¿puede morir? ¿El YO es una identidad real o solo una invención de la mente? El más allá es lo desconocido y a mí me interesa el más acá, donde vivo. No pienso en futuro. Tenemos miedo de algo que no sabemos, ¡tenemos tanto miedo a la muerte! Y realmente no la conocemos. Tal vez nada muere, quizás esa voz que nos ordena sea inmortal y se despierta en los cuerpos de aquellas personas que buscan e investigan, no lo sé, nada puedo afirmar y aunque pudiese hacerlo no la afirmaría. He llegado a un descubrimiento personal pero si dijera lo que pienso con respecto a la muerte, miles de personas desesperadas por miedo a morir creerían en mis palabras, sería otra forma más de creencia, y ciertamente no estoy interesado en que la gente dogmatice mis palabras, si lo hicieran serían seguidores míos. Todos tenemos inteligencia para indagar, discernir, investigar las cuestiones con respecto a Dios, no precisamos de nadie para acceder a esa Verdad, la llave del conocimiento está en cada ser humano, guardada en su propio corazón. Cada uno tiene que transformarse en su propia religión, si no somos felices es porque estamos viviendo totalmente equivocados. La única realidad que conozco existe en este presente sin tiempo, sin pasado y sin futuro, el inmortal AHORA.



SOY, tengo una vida por vivir y no pienso perderla ni por un segundo sino vivirla intensamente. No recuerdo haber muerto como tampoco recuerdo haber nacido, tal vez siempre estuve vivo. Solo tengo mi pluma sobre el escritorio, un corazón pleno de AMOR y el ladrido de los perros que invocan a los viejos espíritus desvelados por la noche que sigue su curso a través de la eternidad.



JUAN POMPONIO © 2010

domingo, 13 de junio de 2010

PEDAGOGIA DEL SILENCIO por Juan Pomponio


























En nuestro sistema educativo, salvo excepciones, estamos acostumbrados a exigir silencio, gritamos pidiéndolo y algo que es mucho peor: amenazamos a los estudiantes para lograr ese silencio tan necesario para poder dar una clase. La eterna lucha cotidiana entre docentes y estudiantes desgasta, provoca el roce, la agresión mutua. Lamentablemente a través de semejantes métodos el silencio que se logra es forzado, no surge desde la comprensión, entonces nunca podrá existir verdadera comunicación. Se torna prácticamente imposible educar desde mentes que se encuentran perturbadas por el caos que funciona dentro de un aula. La revelación ocurre cuando comenzamos a mostrar el valor del silencio desde la práctica con los estudiantes.

En la educación, la enseñanza del silencio es una herramienta poderosa para elevar el crecimiento interior del grupo; con ella se mueven resortes invisibles, llega el autoconocimiento, el cerebro funciona desde otra frecuencia, surge la observación de sus propios planos emocionales, mentales y espirituales. Los estudiantes dejan de ser sólo un examen y una nota numérica para aprobar el año. "El silencio, la meditación, la actitud contemplativa son el inicio de la sabiduría". Y cuando los estudiantes prueban el sabor del silencio abren mundos e infinitas posibilidades, se contactan con una realidad interna de búsquedas, nace la reflexión, surgen cuestionamientos, aparece la comunión entre docentes y estudiantes a partir del uso de la inteligencia. Se enciende una llama que no se apagará jamás. Dentro del aula el silencio engendra una energía refrescante, renovadora. Los estudiantes experimentan sensaciones profundas, en cada uno se revelarán misterios que sólo desde ese lugar pueden ser indagados. Resortes invisibles se mueven, llega el autoconocimiento, el cerebro funciona desde otra frecuencia, surge la apreciación de aquellos planos emocionales, mentales y espirituales. Los estudiantes dejan de ser sólo un examen y una nota numérica para aprobar el año. El silencio es el comienzo de la propia verdad. Al movernos desde ese espacio nace el AMOR. La sabiduría es amor. Un sistema educativo basado en esta premisa fundamental eleva e inspira a los alumnos para que estudien, incentiva la lumbre del conocimiento, ya no estudian por una simple nota para aprobar una determinada materia, estudian porque es una cuestión de crecimiento personal. Nadie les impone nada, el docente sólo será su guía. Nosotros como parte de una sociedad que se encuentra bastante complicada en diferentes niveles, tenemos que asumir el compromiso de transformarnos y así lograrlo con la educación. El cambio siempre comienza por uno mismo.


Al crecer como individuos lo haremos hacia una vida de mayor armonía, realidad que no se ve reflejada en el sistema educativo actual. Es importante aprender matemáticas, indagar sobre la historia del mundo, saber de geografía, adentrarnos en la literatura y demás materias impartidas, pero si nos quedamos trabajando desde esa porción, nuestra enseñanza será incompleta. La práctica cotidiana del silencio no sólo transformará a los estudiantes, también lo hará con los docentes porque ellos se encuentran en idéntica realidad. El nivel del pensamiento en el aula se verá elevado, acrecentará el entendimiento emocional y dará equilibrio a la espiritualidad.

En tantos años de experiencias de "silencio" en diferentes escuelas y universidades de América del Sur, he comprobado la necesidad imperiosa que tiene la educación por un atisbo de paz. Estudiantes y docentes se encuentran varados en el mismo barco. Durante las meditaciones he visto toda clase de reacciones, crsis de llanto donde los adolescentes manifestaban sus angustias, algunos confesaron intentos de suicidio, otros relataban sus problemas familiares y muchos expresaban la sensación de tranquilidad que los abarcaba en el momento de la práctica silenciosa. ¿Nos ocupamos de estos niños y adolescentes o sólo nos interesa aprobar y/o aplazar sus exámenes? Además de ingenieros, médicos o arquitectos, si queremos educar, nos espera una ardua tarea, nos esperan verdaderos seres humanos que puedan enfrentarse al sistema con herramientas poderosas que surgirán del conocimiento propio. La práctica del silencio es uno de los caminos.


Juan Pomponio ©




TESOROS NUTRICIONALES por Karina Mariposa Roldán

Si nuestra primera reunión por estos arrecifes y corales poblados de olas danzantes rociaron de lozanía las palabras Amor y Respeto por el propio cuerpo, enraizando las bases sólidas de una adecuada nutrición, en el segundo paraje del inmenso océano físico indagaremos más de cerca en aquellos alimentos obsequiados por la bendita Madre Naturaleza, donde no aparece la mano del hombre industrializando productos y gracias a los cuales podremos cuidar e incrementar nuestra fortaleza anatómica frente a la constante labor artística.
Cuando los alumnos ingresan al salón de clases, templo sagrado que abraza la totalidad del cuerpo, aprenden que allí no solo esculpirán la escuela académica y técnica del Ballet sino que entibiarán el espíritu y canalizarán dolores para tolerar la renovación de sus propias estaciones. El colosal abanico del sujeto cobra formas diversas mutando lo antiguo del organismo, explorando en la novedad. Enseñarles el arte de la danza desde lo efímero que representa, implica conducirlos por las serpenteantes rutas de los sentidos, abordando lados femeninos y masculinos en pleno desarrollo, encausarlos para reconciliarse con la pujanza rebosante de la aurora y acondicionarlos para la conquista de un eje sostenido que separa el núcleo al tiempo que fusiona la correcta simetría humana. El código sensorial es fundamental para atacar desde todos los flancos posibles y si logramos hacer del preludio matinal una de las principales comidas de la jornada, el encadenamiento de las horas consecutivas será un recorrido crepitante a pura entereza y vigor.

Expresé anteriormente que el cuerpo reserva en los músculos, en el tejido adiposo y en el hígado la energía proveniente de los hidratos de carbono, de las grasas, proteínas, frutas, verduras y hortalizas de temporada. Los requerimientos diarios de minerales, vitaminas, proteínas animales, proteínas vegetales, aminoácidos, proporcionarán resistencia cardiovascular, flexibilidad y tono muscular. Pero la falta de tiempo e información, comer apresurados, el ir y venir entre clases, ensayos y funciones hace que no prestemos atención oportunamente a minúsculos frutos secos que dentro de nuestro estómago devienen considerables escudos vigorizantes: las semillas oleaginosas.
Distinguidas en muchos países y culturas del mundo por su gran aporte de nutrientes, vitaminas, minerales y exquisito sabor culinario, han sido dejadas a un lado por muchos especialistas en nutrición debido a sus aceites grasos y elevados valores calóricos, sin comprender que cada contextura física es única, pretendiendo estandarizar entre los cánones publicitarios y la moda actual. El rendimiento y gasto energético habitual de un deportista o profesional de la danza no es el mismo de quien permanece sentado en una oficina impidiendo la completa movilidad corporal o tal vez realiza tareas sedentarias durante muchas horas. Por ello, conocer las múltiples propiedades entrañadas en las pequeñas gemas de cultivo podrá ayudarnos a mejorar y acrecentar los niveles de productividad indispensables para evitar lesiones y otorgar años de disfrute espiritual acompañando el ritmo del cuerpo escénico.

Los frutos secos o semillas oleaginosas derivan de determinadas plantas. Según su especie algunos están recubiertos por una cáscara como es el caso de las almendras, nueces, pistachos, girasol, maní, con bajo contenido de hidratos de carbono y gran riqueza en grasas insaturadas, suponiendo una fuente inagotable de energía.
Las semillas de SESAMO tienen nutrientes de alto valor biológico por sus proteínas que, al combinar con cereales y legumbres, ascienden en potencia. También ácidos grasos insaturados, especialmente los llamados Omega 6 y 9 que nivelan el colesterol en la sangre evitando que el colesterol malo se deposite en las arterias. Poseen el doble de vitaminas del complejo B (tiamina y riboflavina) más que otras oleaginosas. El SESAMO actúa sobre el sistema nervioso previniendo su agotamiento, prodigando vitamina E, Hierro, Calcio y como poderoso antioxidante retarda el envejecimiento celular interrumpiendo el proceso de oxidación de las células, eliminando metales de toxicidad, mejorando la rigidez de las articulaciones. Lubrica el corazón, el hígado, los riñones, el páncreas, los pulmones, sosteniendo el equilibrio hídrico de Sodio y Potasio. Mantiene el tono muscular, la fertilidad y virilidad por el contenido en Zinc, su fibra protege la flora intestinal, intensifica la memoria y robustece todo aquel trabajo intelectual.
Las semillas pueden comerse crudas, sin sal, aprovechando sus virtuosas cualidades y masticándolas bien para facilitar la digestión. La cantidad depende de la actividad física moderada o intensa, del alto rendimiento que el alumno, bailarín y profesional realice durante el día pudiendo sumarlas a otros componentes de la dieta y así balancear la ingesta de frutas, verduras, legumbres, cereales, hortalizas, proteínas animales, proteínas vegetales e hidratos de carbono.
Incluir semillas oleaginosas en la mezcla del desayuno añadiendo frutas frescas debidamente compatibles, avena, pasas de uva y adicionarlas posteriormente en la ensalada del almuerzo será beneficioso para arrancar la mañana en sintonía con la luz solar adentrándose en nuestro ser.

El arte de bailar purifica, es sanador. A su paso he visto transmutar los cuerpos y espíritus de muchas alumnas.
La danza es yoga. Es meditación. Es una religión física y del alma. Es Uno y su Dios. Uno con Uno mismo entrando al éxtasis. Vivir la pasión ardiendo en el vientre, posicionar los músculos tensos, armonizar las dulces caricias que perforan los oídos gracias a la poderosa música que se adentra en las carnaduras y retuerce la realidad. Los pies son una lengua que aprisiona el tapete negro igual que una boca succionando el fervor del encuentro. Acordes y cimbronazos, versatilidad y emoción. Medicina para cualquier pena del alma que se corporiza de inmediato.
La más firme sensación de ser artista ocurre mientras trabajamos, transpirando, aprendiendo los pasos, dando vida a los personajes, buceando en el interior a fin de abrir puertas que desbaraten la mente y tantos mecanismos trabados. Luego el escenario será un breve suspiro, una fugacidad lumínica reverberando en el corazón.
Al disfrutar y glorificar el proceso instructivo y de creación convergemos en el verdadero sentido del arte. El resultado muchas veces discrepa de lo vivido y uno es bien diferente cada día. Vida y muerte son la invención constante entre el abismo de no existir y después nacer para modificarnos. Tomemos el AHORA y el HOY de la danza como puntos primordiales. Superarse y evolucionar, germinar en los brotes del siguiente Sol, expirar con la Luna anocheciendo en nuestros cuerpos. Habilitemos más ventanas a los conceptos de la sabiduría ancestral que perdura milenaria y se conserva en el cultivo de la Tierra, en el sembradío del Ser, para beneficio de todos, para la continuidad de la especie y para la esencia misma de los artífices del movimiento.

Karina Isabel Roldán ©


(Declaro no ser nutricionista y ante la menor duda consulte con su médico)

sábado, 29 de mayo de 2010

NATURALMENTE ARTISTAS por Karina Mariposa Roldán




Amar y aprender a respetar la propia corporalidad no es una responsabilidad fácil de asumir en la vida cotidiana de los seres humanos. Abordar los códigos básicos de una adecuada nutrición, en el mundo de la danza, tampoco es sencillo, pues la estructura social, cultural y académica de nuestros tiempos modernos, sumada al profundo desconocimiento y a la falta de información que van tomados de la mano, se desplazan con pasos desarticulados carentes de armonía, fragmentando al amor y al respeto, compañeros abstractos cuya indivisibilidad debería ser un parámetro fundamental en la ruta del Ballet.
No sólo existe una enseñanza metódica, técnica, biomecánica, postural, interpretativa, teatral y consumada. Alumnos principiantes, de nivel intermedio y avanzado, bailarines ya profesionales, maestros de escuelas de danza y de estudios privados, afanados en concretar sus metas y volar sus sueños, desvelados por asegurarse el cuerpo en una óptima condición que permita afrontar la maravillosa labor formativa de un arte sublime, atraviesan circunstancias extremas y la gran mayoría no logra entender ni acercarse a las nociones fundamentales de aquellos nutrientes que posibilitan el mantenimiento de un peso determinado y sobre todo gozar la plenitud de una musculatura vigorosa. Sometidos a prolongados ayunos y a una ingesta incorrecta, la energía primordial, epicentro de nuestra potencia, satélite de nuestros anhelos, queda arrinconada en las periferias del alma y ante las múltiples exigencias físicas algunos suponen que pueden resolverlas con la asimilación de cuatro tostadas untadas con queso blanco y un café con leche como único desayuno, siete horas posteriores de oquedad estomacal entre clase y clase y un yogur bajas calorías saboreado en el magro almuerzo. El ciclo es reiterativo y la aparición de pequeñas distensiones, desgarros imprevistos, calambres espontáneos y dolores insospechados, son las desoídas alarmas que la sabiduría del cuerpo se encarga de susurrar. Su voz es silente pero los aguijonazos expresan alaridos latentes en el interior. Los profesionales comprometidos sabemos que nunca bajaremos la guardia y ocultamos el obstinado llamado en rojo, acallando los chillidos. Pero, ¿cuál es el precio a futuro? ¿Una pronta retirada? ¿Una salida del escenario antes de la víspera? Si de prevenir se trata, para gozar aún más de una dicha incomparable cuyo amanecer es traído por el arte de la danza, ¿por qué no dedicar un suplemento de nuestras horas privilegiando los conocimientos sobre nutrición?

Las adolescentes y jóvenes mujeres tomadas de la barra, resplandeciendo sus pies en una fuente inacabable de rotación, van mutando sus caderas no solamente hacia la conquista de las posiciones abiertas, del codiciado “en dehors”, sino acorde las etapas femeninas avanzan como una madreselva por los territorios del crecimiento endocrino. Y al esculpir una anatomía esbelta, necesaria para los condicionamientos del ballet clásico, destierran alimentos de sus heladeras y bolsos por considerarlos robustamente peligrosos.
Mitos llevados diariamente a la publicidad televisiva y gráfica, bombardeo incesante de marketing, se transforman en sombrías realidades para imitar, incluso por los mismos nutricionistas que, cómodamente y detrás del escritorio, recetan una dieta estándar, idéntica para quien permanece sentado trabajando en la oficina durante ocho horas y para una alumna que practica en el mismo lapso: pirouettes, grands-jetés en tournant y allegro finale. Es en éstas instancias que, pausadamente y sin percibirlo, al espíritu le brota una rama primaria de aflicción y en su tallo cruje una leve presión. Allí los pensamientos dirigen su foco hacia la comida negada, esforzándose por no sucumbir a la tentación y se insinúan los desordenes alimenticios que moverán el eje de la estructura interna astillando la materia. El principal objetivo de transformarse en artistas completos pasa a un segundo puesto en las prioridades, y la dieta estándar al primero.

Nuestro Ser no posee divisiones más que aquellas proyectadas por la mente cuando independiza al cuerpo del alma. Acontecimiento pretencioso, como si uno pudiese en un soplo anular al Norte y al Sur, al Este y al Oeste. Estos mismos puntos cardinales moran en cada uno y conforman los vientos incesantes del cuerpo, de la mente, del espíritu y del alma. Los artífices de la danza comprenderán que la educación total de los horizontes, inherentes a las criaturas de la escena, es la máxima sublevación en la naturaleza del artista. Y es en la naturaleza concreta donde residen muchas de las respuestas nutricionales que han alejado al Hombre de sí mismo y del Universo. La industrialización de los alimentos dio a conocer al paladar los sabores artificiales, el reemplazo genuino por aditivos y conservantes, los olores inventados en tantos procesos químicos de experimentos, causantes de muchas enfermedades, trastornos estomacales y digestivos. ¿Por qué entonces empeñarnos en reemplazar pureza y calidad por omisión y conveniencias empresariales?
Es entre Oriente y Occidente donde se arraiga la abismal diferencia de la concepción del Ser, englobando para unos el equilibrio indisoluble que conforma un todo espiritual, mental, corporal y kármico y su relación con el entorno y para otros, la respuesta a la pérdida de la salud se infiere a través de la toma de pastillas, jarabes, antibióticos, antivirales, etc. Píldoras sumamente diligentes tragadas “con tal de no sentir dolor”... En el círculo vicioso, los laboratorios farmacéuticos acrecientan sus ganancias millonarias mientras se debilita y empobrece el formidable sistema de defensas que el organismo posee en toda su vastedad. Más lejos estamos de la naturaleza al servicio del Hombre, tanto más se padecen nuevas y viejas enfermedades.
Al entonar el ritmo exterior junto al interior, nuestras ondas sonoras oscilan en igual frecuencia y la eufonía brota del manantial de nuestro espíritu. Somos seres únicos y no se puede prescribir un método útil para un cuerpo y pretender asemejarlo con otro. Por ello el cimiento de una correcta nutrición tiene que incorporarse desde la personalización y las características individuales. Cada alumno, cada artista, cada una de las preciosas identidades presentes en un aula de clases, en un escenario de ensayos, merecen encontrar los requerimientos diarios de minerales, vitaminas, proteínas animales, proteínas vegetales, aminoácidos, a fin de obtener flexibilidad, resistencia, fuerza muscular y un excelente soporte cardiovascular. El cuerpo reserva en los músculos, en el tejido adiposo y en el hígado, la energía proveniente de los hidratos de carbono, de las grasas, proteínas, frutas, verduras y hortalizas de estación y de ésta manera enfrenta la fatigante labor periódica. Si al tronco inferior le aparecen signos de agotamiento es porque ya se han aprovechado las reservas de glucógeno contenidas en el cuerpo e inmediatamente podría acontecer una lesión física de cualquier magnitud. “Raíces poderosas perduran a los árboles centenarios. Raíces debilitadas le traen una vejez prematura y menos años para ver brotar sus retoños”...
Amar y Respetar a nuestro cuerpo entraña un arte diario de mayúscula consagración, una conexión con puntos vitales, meridianos que atraviesan nuestra circulación sanguínea de la cabeza a los pies y en el reflujo de cada marea lunar nos unen con nuestra esencia. Si la misión personal se halla embebida en la divinidad artífice de la danza, cuán extraordinario sería entonces poder regresar al puente ancestral que filosóficamente contiene la matriz del ser humano, los grandiosos conocimientos que la Pacha Mama, nuestra sabia tierra preserva a pesar de la mutilación avasallante ejecutada por la cruel conquista española y el actual desmonte premeditado. Puedo dar fe de las alumnas que siguen mis clases y de aquellas bailarinas formadas a lo largo de doce años de docencia, el cambio es posible, existen otros senderos y fórmulas fructíferas en la maduración artística y en la visión Holística del Ser.
Los alimentos ideales para el alma son aquellos que nuestra anatomía pudo absorber conscientizando plenamente sus valores nutricionales y, frente a la danza rigurosa, aquella que emprende novedosos lenguajes en los albores del día, logremos crear un diálogo fluido y milagroso con el cuerpo cuyos silencios se atesoran para el alma en la contemplación de lo infinito.


Karina Isabel Roldán ©